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sábado, 9 de octubre de 2010

Lalleshvari 1

Lalleshvari

Lalleshvari, o Lalla, (gran practicante del tantrismo), genio de la poesía mística del siglo catorce, pertenece a la tradición del Shivaismo tántrico de Cachemira. Considerada por sus coetáneos como un Siddha, un maestro realizado, su reputación sobrepasó ampliamente los círculos tántricos. Su contemporáneo, el poeta sufí Cheikh Nuruddin Vali, la consideró como un avatar, una encarnación divina, y los Sikhs, los budistas y los musulmanes, cantan aún hoy en día sus poemas ardientes.
¿Qué contienen estos versos desgranados por la yoghini errante, al borde de los caminos?: www.terra.es/personal/javierou/kyla.htm

AUM   JÑÀPIKA   SATYA   GU-RÚ

Con la esperanza de florecer
como la flor del algodón

Yo, Lalla, me puse en camino hacia el mundo irisado.
Pero pronto llegaron el lavandero y el cardador
y me molieron a palos.
Estirada en un hilo fino como la gasa
por una mujer en su torno,
sin yo poder hacer nada me sujetaron a un telar,
y recibí los golpes de lanzadera del tejedor.
Después, convertida en tejido, me golpeó una y otra vez
el lavandero en la piedra del lavadero.
Entonces me arrojó a un gran mortero de piedra
y con su pie mugriento
me frotó con tierra de batán.
Por último, el sastre me partió con sus tijeras
y me cortó con cuidado pieza a pieza.
Así es como yo, Lalla, finalmente
entré en el Santuario de Dios.
¿Qué has sembrado?
¿Por qué, alma mía, esta indulgencia por alguien que no es tu único amor?
¿Por qué has tomado lo falso por lo verdadero?
¿Por qué no puedes comprender?
¿Por qué no puedes saber?
Es la ignorancia
lo que te ha apegado a lo que es falso,
a la rueda que gira sin fin
del nacimiento y la muerte,
como un vaivén.
Oh necia, ¿por qué trenzas una cuerda con arena?
No puedes halar tu barca con ella.
Lo que Dios ha escrito en la línea del Karma
no se puede alterar ni cambiar.
¿Qué has sembrado, que debiera producir una rica cosecha?
Tan sólo has curtido la piel de un esqueleto,
le has dado forma y la has estirado para extenderla sobre unas cuerdas.
Te ocupas solamente de tu cuerpo,
que has amarrado a las limitaciones del deseo.
Pero dar consejos a un necio es tiempo perdido,
como lanzar una pelota sobre una alta columna,
que rebota sin alcanzar su meta.
No da fruto, como alimentar a un buey rojizo
con melaza azucarada
y esperar que dé leche.
En el seno de tu madre prometiste
no renacer.
¿Cuándo vas a anular ese voto?
Y morir, aun estando todavía en vida, a todo deseo,
para liberarse del nacimiento y de la muerte.
Grande será tu gloria en esta vida,
y más grande aún después de tu muerte.
No enseñéis verdades esotéricas a los necios
y no alimentéis a un asno con melaza.
No sembréis semillas en arriates de arena
y no desperdiciéis vuestro aceite en pasteles de salvado.

AUM   JÑÀPIKA   SATYA   GU-RÚ